Este septiembre nos ha traído nostalgia de recuerdos, olor a pétalos lanzados desde el último proscenio y olor a tierra mojada de torrencial tormenta, abrazos sinceros de amistad -para algunos sus primeras caricias de enamorados- incienso de franciscano palio... lástima que tantos y tantos desaprovecharan la ocasión de encontrarse a si mismos. Hay quienes han desempolvado la credencial que guardan orgullosa como uno de sus más preciados tesoros en el cajón de las reliquias; quienes releído crónicas y remirado fotos, la memoria nos permite esto de vivir dos veces lo vivido, incluso que el recuerdo sea más intenso que la experiencia. Nosotros hemos echado de menos algun nuevo encuentro, o la llamada de una voz complice, a veces el correo, que en este tiempo ha sustitudo a la palabra, es sólo un pedigüeño cruel y desagradecido. Al final los homenajes y las citas, como casi siempre, se los llevaron los que llegaron últimos...
También es melancólica esta última galería otoñal mariana, donde ha habido acontecimientos nuevos pendientes de confirmar, otros que parecen confirmarse y algún que otro decadente. Yo me quedo en la puerta del caballero que nunca blandió la espada y que la mala fama de una leyenda, cuánto sabemos de esto, lo convierte en genocida y xenófobo. Traspasando el dintel del quien nunca fue jinete nos detendremos por toda una eternidad mirando bajo el arco de cuya santa no tiene ojos y muestra en bandeja de plata, a la que le diríamos como al ciego en Granada, mas yo se los presto para fundirlos donde habita la de los siete puñales que traspasan su corazón. Por fin podemos paladear en este rincón del sur lo que sólo la alta priostía es capaz de trazar en la imaginación y tenía que ser para ti Señora de los Dolores, Madre de la Soledad.
Pulsando sobre el cristal podremos ver con claridad lo que a veces nos impide nuestra propia ceguera.
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